lunes, 23 de enero de 2012

¿Manual de sentimientos?

Para mucha gente las emociones es lo que mueve la vida. Dentro de esas personas existen otros dos grupos, los que lo demuestran y los que no. Ambos grupos viven la vida con la misma intensidad o sintiendo ante todo… pero la capacidad de expresarlo no es la misma…

Quienes tienen la dificultad para expresarlo deberían pensar que no les queda más tiempo, que lo que digan o hagan en ese momento va a ser lo que vale. Perder el miedo a no manejar la situación, descubrir que vivir en la improvisación puede llegar a ser mágico, navegar por el silencio sabio en vez de por las palabras atropelladas y nerviosas… ¿De qué sirve crear un caparazón absurdo si cuando te acuestas piensas en todo lo que no hiciste?

Es difícil que las palabras salgan solas, es fácil que las miradas hablen, es difícil temblar y disfrutar a la vez, es fácil sentir el momento y dejar actuar… Fácil y difícil, progresar o esperar…
¿Cuál es el código para pedir un abrazo? ¿Y el de sólo quiero una mano que sentir? ¿Y el de quiero darte un beso? ¿Cuál es la clave para decirte que quiero seguir descubriendo algo más?
No sé, todo se aprende. Cada uno debe saber lo que tiene que mejorar, y lo que quiere.
Sé lo que quiero, sé como lo quiero, sé el miedo que tengo, sé tantas cosas… pero no sé hablar el mismo idioma.

lunes, 16 de enero de 2012

¿DE QUIEN PODEMOS APRENDER?

Alfonso se levantaba cada día con mucho sueño hasta que se daba cuenta que tenía que ir al cole y se despertaba de un salto y corría a desayunar. Al rato, no tan contento llegaba su hermano y más tranquilo y perezoso picaba las magdalenas y luchaba con la taza de cola cao.
Cuando llegaban al colegio, el pequeño iba al edificio de primaria, mientras que el mayor caminaba hacía su clase de primero de la E.S.O. que estaba el edificio de colores. Allí las cosas cambiaban, ellos ya no eran tan iguales. Por lo menos así lo veían sus propios compañeros.
Daniel llegaba a clase y se ponía en la última fila después de saludar a todos sus colegas que esperaban ver que ocurrencia iba a tener hoy en clase. En cambio, en el edificio más viejo Alfonso llegaba en silencio, se sentaba a la izquierda de la mesa del profesor y aunque conociera a todos sus compañeros solo saludaba a los más cercanos, quizá porque en clase su voz descendía de tono y solo alcanzaba a las mesas de al lado.
Todo el colegio sabía que Alfonso solo era el hermano de Daniel y que era un empollón, mientras que el hermano mayor era conocido en el recreo por ser el único capaz de conseguir salir del patio sin ser visto, por dejar dedicatorias en el coche… Parecía que al pequeño, al que más se lo ganaba, nadie le respetaba aunque consiguiera todo trabajando y tratando bien a los demás y a sí mismo.
Un día, las cosas cambiaron, cuando un profesor quiso hacer una exposición sobre un trabajo y el pelirrojo Alfonso fue su mano derecha en todo momento. Nadie confiaba en él y creían que en cuanto se pusiera a hablar se iba a poner a temblar de la vergüenza y que no le harían caso porque apenas sabían que ese niño iba a su colegio.
Su hermano Dani, intentó hablar en casa con él para que desistiera y dejara de ayudar al profesor porque tenía miedo de que los compañeros del pequeño se metieran con él y no confiaba en que su hermano lo hiciera bien bajo presión.
Pero Alfonso a pesar de toda la presión, decidió continuar hacia adelante con el apoyo de sus padres, de su profesor y de algunos compañeros que sabían todas las aptitudes que él tenía. Los días hasta que llegó la gran fiesta fueron un poco duros pero la ilusión que tenía cada día lo superaba todo.
Llegó el gran día, seguramente el único día donde él era el protagonista. Arregló su corto pelo y lo puso como su estado de ánimo, hacia el cielo. Los zapatos que su madre solo le dejaba usar los domingos, unos vaqueros y su camisa favorita para así sentirse lo más cómodo posible. Cogió su pequeña maqueta que el mismo había hecho con plastilina para explicar su proyecto, lo que a él le gustaría hacer con el colegio, una verdadera obra de arte, y montó en el autobús que todos los días le dejaba en la puerta del colegio.  Salió a escena, vio el gimnasio lleno de compañeros, profesores, padres… los que se situaban en las primeras filas le sonreían pero los que estaban un poco más para atrás cuchicheaban entre la oscuridad. Cogió el micrófono y ante la sorpresa de todos bajó a las butacas, se sentó y comenzó su exposición diciendo… “desde aquí abajo y sentado en estos sillones tan cómodos parece que estamos viendo una película… pero desde allí arriba parece que estamos en la plaza del pueblo esperando que cada uno de vosotros diga algún defecto de todo lo que decimos”
Después, continuó con su exposición, las nuevas salas que quería crear, los árboles que quería plantar para poder jugar con ellos, las clases que quería poner para contarse entre todos los alumnos que se podía mejorar del cole…
Al finalizar, todos le dieron un aplauso, y el orgulloso bajó y se volvió a sentar para seguir escuchando a los compañeros. Cuando el acto terminó, todos le dieron la enhorabuena y parecía que todos le querían. Pero él, solo dio un abrazo al profesor que había apostado por él desde el principio y a sus padres.
Al día siguiente todos en clase le trataban como si fuera alguien especial, aunque él no lo creyera. Alfonso siguió siendo como hasta ahora, trató de animar a sus compañeros cuando había un  día difícil, trató de ayudar en las mates a quien se le daba un poco mal… la diferencia es que ahora le tenían en cuenta, lo cual ayudaba a que el ambiente de la clase fuera mejor.
Pocos días después cuando llegó a casa y dejó el abrigo en su habitación se dio cuenta que alguien daba golpes en la habitación vecina. Abrió con cuidado la puerta y vio a su hermano cabreado y diciendo de todo a la pared como si fuera su peor enemigo. Alfonso se sentó en la habitación y empezó a hacer preguntas con la mayor inocencia del mundo, pero poco a poco su hermano mayor le iba contando lo que le pasaba hasta que Alfonso le dio un gran consejo. Le dijo que tratase de ser igual en el cole con sus compis que en casa con él, que a su hermano pequeño le ayudaba y a sus compañeros no, y eso no era bueno.
Cuando se fue a la cama Dani se quedó mirando un dibujo que le había hecho su hermano en un cumpleaños. Y únicamente pensó en que a veces… los más pequeños nos pueden dar los mejores consejos.

martes, 10 de enero de 2012

EFECTO DOMINÓ


Sara de pequeña iba a un cole donde por las tardes había muchas actividades extraescolares. Siempre la costaba decidirse por una por todas esas posibilidades que tenía, pero casi todos los años era fija al club de los juegos de mesa. La encantaba poder aprender todas esas cosas para luego cuando hacia frio no aburrirse, y sobretodo para cuando vinieran sus primos a su casa pudieran jugar con ella y no estar hablando con sus tíos de si ya tenían novia o novio. La verdad que a Sara le aburría mucho eso de los noviazgos, todavía no lo entendía.
Recuerda muchos de los juegos, por no decir todos. A ella la encantaban en especial los de componer palabras y todo lo que tuviera que ver con los números. Había algunos en los que había que memorizar piezas o colores, y aunque la encantaba practicar sola no la gustaba jugar contra los demás, porque no tenía muy buena memoria y siempre la ganaban.
También se acuerda mucho de todos los amigos que allí hizo. Había pequeños y mayores, a veces no jugaban juntos, pero siempre tenían un rato para perseguirse, para chincharse o para jugar… como la ocurría en el colegio.
Había un niño, de los más pequeños que le hacía mucha gracia. Se llamaba Alfonso, era pelirrojo, tenía pequitas, era bajito y muy espabilado. No era lo suficientemente mayor para jugar con el monopoly, la ajedrez… pero los juegos de saber el color, decir los números… se le quedaban muy pequeños. Tenía mucha imaginación y cuando dejaban tiempo libre corría a por todas las cosas que hubiera en la sala y se ponía a crear su propio juego, daba igual lo que tuviera, el caso es que se sujetara solo de pie y que no fuera demasiado grande.
Ponía una ficha, un juguete, un bolígrafo… y así iba sucediéndose una tras otra, cuando tenía todas puestas e iba a ser la hora de irse a casa, empujaba con sumo cuidado la primera, que tiraba a la segunda, y por lo tanto a la tercera…. Y así, una podía con la otra, a la vez con la siguiente… y todas las fichas acaban encima de la mesa en un movimiento mágico.
Eso era lo que encandilaba a Alfonso, ver como las fichas caían antes de que él pudiera llegar al final del recorrido, y eso que siempre presumía en educación física de su velocidad. Cuando la monitora veía este juego que hacía se quedaba mirándole y casi siempre le decía, algún día entenderás que desde pequeñito estás jugando a la vida.
Crecieron, pasaron el instituto y llegaron a la universidad… y cuando Sara ya casi acababa, Alfonso entró a la misma facultad y un día se encontraron por los pasillos. Tardaron en reconocerse, pero las pecas del pequeñajo y los ojos de la veterana se conocían.  Charlaron durante un rato y como no ella le preguntó si seguía haciendo aquellos efectos mariposa que hacía desde pequeño.
Ambos rieron al acordarse y Alfonso recordó enseguida a aquella monitora que le decía que desde pequeño sabía jugar a la vida. Resulta que un día, para clase tuvo que hacer un trabajo, estaban en ética y debían hablar sobre la sociedad, sobre los grupos con los que nos relacionamos, de aquello que sentimos cuando estamos en compañía. Y entendió perfectamente que él desde pequeño jugaba a construir sociedades. Porque cada ficha era una persona, diferente por fuera y por dentro, como las piezas que eran de diferente material y servían para cosas diferentes, pero todas se reunían por un mismo objetivo. Y al final, cuando una caía antes de tiempo, muchas de las de atrás caían si estaban cerca, cuando una ficha fallaba y se echaba a un lado, el juego fallaba.
Y después de esto, Sara se fue a clase pensando en la razón que tenía, y de que manera había estado observando ella este juego desde que tenía uso de razón. Si las fichas sintieran su papel, lo que hacían en ese juego y supieran que importancia tienen sus actos en la vida de los demás  y supieran que entre todos podrían alcanzar la meta… el juego cambiaria, y mucho.

viernes, 6 de enero de 2012

YA VIENEN LOS REYES MAGOS ♫


La peor mentira que le podemos contar a un niño es que los reyes magos no existen. Debemos recordarles que son los que nos traen la ilusión, la alegría, la bondad… porque a veces nos olvidamos de abrir y compartir esos regalos. Visitan cada casa y cada lugar del mundo para apaliar las verdaderas pobrezas, de las que no somos conscientes. 

La magia se nos escapa a la vista, pero sobretodo es irracional. Como las propias personas que nos empeñamos en fijarnos en las apariencias más falsas y nos olvidamos de escuchar nuestro corazón. 

 A veces le oímos latir y es entonces cuando nos damos cuenta que seguimos viviendo.

martes, 3 de enero de 2012

APRENDER A DECIR ADIÓS

Todo bosque tiene su joya. Su flor alegre, su árbol sabio, su enradera acogedora... y cada una de esas plantas son únicas y especiales. Yo te voy a hablar de la flor de ese jardín.

Colorida y jovial en los días soleados, algo triste y marchita cuando los días eran grises, parecia el perfecto reflejo de aquellas personas que caminaban rozando sus petalos sin ni siquiera ver su belleza.

Aquella flor no era la que más llamaba la atención y solo unos pocos se fijaban en ella, pero quienes lo hacían conseguían que la flor fuera el centro de su vida. Esas personas muchas veces paseaban por allí simplemente para respirar su aroma, y saber que siempre el mundo huele a rosa, aunque mil nubes cubran el cielo. A veces, cuando llovía la abandonaban allí, aunque la tuvieran en el corazón no acudían a protegerla y observar su colorido.

Poquito a poco la flor cambiaba de pasajeros. Algunos días se sentía muy sola, y otras en cambio rodeada de gente. Aprendió la bella flor que todo viene y va, y que nadie permanece siempre salvo ella, que arraigada al suelo no puede moverse de allí.

Las heladas, los días soleados, las tormentas...hacían que ella se fuera protegiendo, que se fuera dando cuenta que sus raices debían amarrarse a las tierras, pero que su florecer no podía depender de la luz que los viandantes la dejaran.

La bella y sabia flor aprendió lo que la flora más antigua del bosque había aprendido antes. Que todo lo que por allí pasaba no era más que cambiante, y que hasta las plantas que siempre habían permanecido a su lado puede que un día faltaran. A veces por enfermedad, otras por distancia o simplemente por orgullo. Pero sin embargo otras veces son un buen fruto a su lado, pero un día dejan de serlo, te quitan la luz, se quedan con todas tus energías o agua y decides que lo mejor es transplantarla. Seguir compartiendo terreno, pero más lejos. Otras flores te acompañarán, otras plantas vivirán aventuras contigo. Pero esas que siempre estuvieron no tienen porque seguir siendo tus acompañantes diarias.

El árbol sabio la dio el último consejo: "separar seres vivos de tu terreno no significa olvidar como florecieron y crecieron a tu lado, como ellos te ayudaron también a ti. Pero un día, todo  cambia,  y la misma tierra no da los mismos frutos, a ti puede que no te convenga y decides cambiar. Lo más importante es que no digas adios, sino hastaluego, sigues conmigo, pero no te llevo a todos lados"








lunes, 2 de enero de 2012

FORTALEZA

Dicen que lo que no mata hace más fuerte. Y seguramente sea así, lo que hace daño pero no nos derrumba nos suele hacer un poquito más fuerte, eso no significa que sepamos afrontarlo la próxima vez, significa que ponemos una piedra más de nuestro muro, y que la próxima vez no alcanzaran a derribarlo.

Muchas veces confundimos fortaleza con protección, individualidad, apariencia... creemos que nos estamos volviendo fuertes, y que podemos superar cualquier obstaculo. Pero sabemos que en cuanto nos encerramos a solas nos derrumbamos y nos echamos a llorar. 

Fortaleza significa crecer, superarnos, derribar obstaculos, caer y volver a levantar... significa seguir adelante afrontando nuestros miedos, nuestros temores....

El orgullo no es amigo de la fortaleza... es un falso amigo.