viernes, 26 de abril de 2013

Lápiz y goma...

Coges un papel y empiezas a escribir, esta vez no piensas en quien es el protagonista o en que aventura será el hilo principal... Sino que simplemente dejas que tu mano y tu corazon se comuniquen directamente.

Pero de pronto, cuando no llevas más que unas pocas palabras, te paras. Y tachas todo lo anterior. Piensas que tal vez no sean esas las palabras, o que parece surrealista lo que estas intentando decir... Pero habíamos dicho que este era el momento de dejar escribir al corazon, sin que los argumentos tuviesen que ser razonables.

Volvemos a probar. Escribimos las líneas que definen lo que sentimos en ese momento de nuestra vida. Lo que nos hace sonreír a la luz del sol y llorar por cada esquina. Pero volvemos a parar... ¡¡tacha, tacha, tacha!!

Otro intento más, ahora no vas a ir leyendo lo que ponemos, sino simplemente vamos a dejar que el corazon se libere sin más... Pero... De repente dejas de escribir, esta vez no para tachar... Sino para romper la hoja.

Te acabas de dar cuenta que estas intentando plasmar con simples letras miles de sentimientos que son imposibles de captar.

Ahora sólo quieres matar a quien te está haciendo sufrir, a la vez que quieres darle el abrazo más grande del mundo y llorar en sus brazos como nunca. Te das cuenta que sólo quieres reír y saltar mientras chillas a tu amigo el maravilloso plan que tienes entre manos. Aceptas que vas a volver a tender la mano a quien siempre te la devuelve entre llamas, aceptas también que no eres feliz allá donde nada más que metiste los pies en el agua...

Comienzas a descubrir todo lo que te ocurre, todo lo que te mueve a hacer y ser quien eres, todo aquello que quieres gritar sin miedo... Pero que ni siquiera puedes dejar en un papel....

Y de repente te das cuenta que hay una orejita y unos ojitos a tu lado que no han perdido detalle de nada... Y que saben más que tu papel en blanco...

Pero en ese momento justo no sabes si acabas de despertar de un sueño o si tienes tanto miedo que no quieres a nadie a tu lado que tenga ojos y manos abiertas para ti.

miércoles, 10 de abril de 2013

El miedo no paraliza


Dicen que el miedo paraliza… pero yo no estoy del todo de acuerdo con esta teoría. Pues es el miedo quien muchas veces marca el compás de tu vida…

El miedo te susurra al oído que puerta no debes cruzar y por qué camino puedes correr sin mirar atrás. El miedo se alía con tu corazón para manejarlo a su antojo…

Pero también el miedo se alía con la aventura. Tener miedo a las alturas es una cosa… ¿pero quedarse sin admirar las preciosas vistas?

El miedo te da vida, sólo tienes que saber si merece la pena arriesgarse y comerse la vida. Si lo mejor que podemos hacer es pensar tres segundos y actuar o simplemente quedarnos siempre pensando que pasaría si…

Cuenta todas esas veces que el miedo te ha paralizado, y enfréntalas a todas esas veces que has actuado frente a él. ¿Con cuál has salido más vivo?

Actúa, muévete. Juega y pierde, aprende y levántate. Vuela sin miedo a caer. Regala oportunidades disfrazadas de sonrisa.