jueves, 28 de abril de 2011

LUZ QUE GUÍA


Quien me conoce bien seguramente se extrañe de que no haya hablado antes de él, de que haya escrito sobre personas importantes en mi vida y que no esté su nombre todavía por aquí, pero ya dije que no llevaba un orden según la importancia, porque sería algo imposible. Quería esperar a la ocasión especial y creo que he encontrado el mejor momento posible.
Hace pocos días fue su cumpleaños y el lunes estuve en Pineda, un lugar muy importante para mí. Y posiblemente el lugar donde nos empezamos a conocer de verdad, donde descubrí algo distinto de él.
Hoy me apetece contar un cuento, de una forma diferente. Seguramente este sea el cuento más bonito que se pueda leer o escribir. Erase una vez…
 


Hace muchos años una chica vallisoletana empezó a ir de campamentos durante los veranos. Si la preguntamos a ella…seguramente no nos sepa decir por qué comenzó. Es una chica bastante miedica para estas cosas y aunque no iba con sus amigas se aventuró. Y desde entonces hasta los catorce años no quiso perderse un verano de campamento. Pasó por Pedraza, Atazar, Vinuesa, Vinuesa de nuevo y Pineda. Durante estos veranos aprendió muchas cosas. La verdad, si nos ponemos a narrar ahora todo lo que aprendió seguramente nos entretengamos demasiado por lo que será mejor dejarlo para otro momento o anochecerá y te quedarás dormido con el libro abierto como hacía ella de pequeña.

Cada campamento tiene una cosa especial, un momento que recordar sobre el resto o simplemente una cosa diferente que aprendió nuestra amiga. Ella sobre todo se acuerda de sus amigos y de sus monitores, para ella a parte de lo que descubría durante esos días, esas personas eran parte importante de ese tiempo. Si hablas con ella estará encantada de recordar y contarte algo de cada persona que conoció en los diferentes pueblos.

Pero ahora centrémonos en lo importante, hace poco ella volvió a un lugar especial, volvió a la casa de su último campamento de niña y a la casa de sus campamentos de jóvenes. Todos los que pasan por allí dicen que ese pueblecito esconde magia entre sus calles y montañas, pero sobretodo opinan que es la gente con la que comparten esos días.
Esta chica es algo especial, por no decir rara. Y estaba muy apegada y contenta  a las colonias de verano y por miedos o inseguridades no quería dar el paso al campamento de jóvenes. Por lo que su último año de colonias era realmente importante y tenía un gran sentido emocional. Lo que no sabía era lo que iba a descubrir allí, lo que iba a vivir y de eso se dio cuenta cuando iban pasando las horas, pero sobretodo es más consciente de ese verano a cada paso que da en su camino.

Hablamos de camino, de cosas vividas, de aprendizaje, de miedos, de dudas, de creencias, de fallos, de descubrimiento, de naturaleza, de recuerdos, de emociones… En realidad a este cuento se le podría poner un nombre propio. Muchas veces la niña de la que hablamos ha dicho que el mejor regalo que se pudo llevar de su última colonia fue su monitor. Le había tenido ya en Vinuesa, pero la verdad es que en el siguiente año su vida dio un gran cambio y ese verano era importante, y allí le descubrió o él la descubrió… bueno digamos que  allí se encontraron y todo cambió. Era su monitor de formaciones, pero pronto se convirtió en algo más que un simple monitor que te explica un juego o habla sobre un tema. Se convirtió en un acompañante y a cada paso que da está más segura de que lo es.



A lo mejor pensáis que estoy exagerando, que se está convirtiendo en una novela de fantasía en vez de una simple narración. Pero leer y juzgar si todo lo que os voy a contar no es acompañar.

A pesar de la distancia, a pesar de los kilómetros… siempre está en el momento preciso, en el momento que ella le necesita. Cuando está triste y no sabe que camino elegir, cuando está alegre y necesita contar la razón de su felicidad…

No existe una comunicación diaria, no comparten las charlas que nuestra amiga quisiera, pero siempre que se ven se cuentan su vida desde donde lo dejaron la última vez.

Cuando ella ha tenido dudas, él ha estado al lado para ayudarla a responderlas. A veces con un pequeño cuento sobre unos gusanos de seda, otras simplemente escuchando y prestando atención.

Recuerda también sus abrazos. Cuando se daban la paz en las eucaristías, o cuando se reencuentran, o cuando se despiden… esos abrazos de un amigo deben ser difíciles de olvidar.

Ella no se atreve a hablar si no tiene confianza, pero él con su mirada o con su intención siempre hacia que ella hablara y compartiera su opinión y sensación con el grupo.

A veces ha creído que se caía sin él, que no podía levantarse si no era con su ayuda. Y en cada momento ha descubierto que no siempre se recibe la misma ayuda, pero que siempre está su mano tendida.

Le ha dicho opiniones que no son las que a ella le hubiera gustado oír, pero eran las suyas, nadie es perfecto, ni te puede regalar los oídos. Siempre ha dejado claro que sus consejos o sus opiniones son suyas y que sólo ayudan a saber por donde seguir o crearse ella su propia opinión.

Ha secado sus lágrimas cuando tenía miedo o en momentos importantes como aquella vez que se sentía desplazada por sus propios compañeros…

Ha sido la única persona capaz de explicarle, de pararse y contarla los porqués de algunas decisiones como que no la acepten todavía en el campamento provincial de monitora.

Es y será quien sepa sus dudas, sus miedos, sus inquietudes como el mismo dijo y quien le ayude a descubrir las respuestas, los significados de ciertas cosas, 

Es la luz que guía, luz que ilumina caminos demasiado oscuros, luz que desprende calor, luz que acompaña.

Podría contar mil cosas más, mil momentos concretos, mil veces que ha estado ahí… pero creo que sería cansino. Creo que ya pensáis que no es una fantasía, que es una realidad. Y creo que también he sabido describir lo que para ella significa acompañante. 

Diego, su “hermano mayor”, su monitor, su acompañante, su amigo, su muleta… Esa persona tan difícil de encontrar, esa persona que aparece en tu vida en el momento clave y que por muchas cosas que pasen siempre será recordado, siempre seguirá en el corazón, esa persona que si la buscas nunca la vas a encontrar pero que aparece en tu camino como una flor entre la maleza. 

Atento, despistado pero con gracia, observador, claro, transparente, sin vergüenza, hablador, dinámico, con su propio estilo. 


 Es una de las mejores personas que me he encontrado en mi camino, es una de las personas que más han seguido mis pasos, que más me ha ayudado a caminar, no he dejado de reirme con él, ni de llorar. Creo que por primera vez aquel tiempo fui yo misma, sin importarme la imagen que daba, sólo queriendo demostrar todo lo que tenía dentro y necesitaba sacar. El me dio la oportunidad de ser quien soy, de saber que tenía dentro, de descubrir mis puntos debiles y mis puntos fuertes. Sin duda alguna, él es una persona muy importante en mi vida y no le podía faltar un hueco aquí. 

Pero también os digo, que me es muy díficil hablar de él, me cuesta definirle con palabras, o contar de alguna forma lo que significa en mi vida. Muchas veces sólo me sale decir GRACIAS, gracias por estar ahí, gracias por ser así, gracias por llevarme contigo a pesar de la distancia, gracias por todo lo que has conseguido de mí sin que te dieras cuenta...GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS. Y siempre creo que me quedo corta, que un gracias más no estaría mal. Pero sabes, un abrazo o una mirada es lo que de verdad cuenta. 

Por el azar
aprendí de tu sonrisa
a saber andar,
no correr si no es momento.
Supe descubrir
que en un brindis con tus manos
hay sinceridad.

Simplemente me podía haber evitado todo el rollazo anterior y haberos puesto esta estrofa de una canción llamada Sin ton ni son de un grupo vallisoletano llamado Chloe