No sabía muy bien como empezar esta entrada. La verdad, siempre me ha costado transmitir sentimientos con palabras, prefiero una sonrisa o un abrazo… pero pensando como podía hacerlo, me he dado cuenta que sólo tengo que fijarme en todo lo ocurrido en estos dos últimos años… que la verdad no es poco. Tal vez hayan sido los dos años que más cambios ha habido en mi vida y el tiempo en el que más he ido definiendo mi personalidad y carácter. Por desgracia, la mayoría de veces a base de malos ratos, pero parándome a pensar…también con muchos buenos momentos en los cuales él ha tenido su parte de culpa. Seguramente si él no hubiera llegado hace un par de años, mis fines de semana serían más aburridos y monótonos.
Seguramente él llegara en el momento oportuno. Fue raro despedirnos de la anterior persona que llevaba con nosotros desde la preparación para la comunión hasta la confirmación y que con él no nos iba nada mal. Siempre da respeto que cambien las cosas cuando va bien, no vaya a ser que se tuerzan. Pero llegó él y poco a poco fue haciendo que el anterior se quedara en muy buen recuerdo.
Tal vez fuera casualidad o un regalo del destino, pero la verdad es que a partir de ese momento me encontré en una nueva situación. Dejé de ser niña para pasar a prepararme como monitora y todo llevó a que acabe, no sé muy bien como todavía, a dar catequesis. Muchas nuevas cosas que descubrir y a las que enfrentarse con ilusión y paciencia. Creo que lo más importante es el afán de superación y con él cerca es fácil tenerlo.
No solamente me “cambió” a mí, sino que ha cambiado poco a poco el espíritu de la parroquia, la ha rejuvenecido con su simple presencia a la vez que ha seguido manteniendo a las personas más mayores. Como él dijo una vez…”oír, ver y callar” y después cuando aprendas como ha ido, actúas y cambias cosas. Y así va habiendo novedades en la que trabajar. Por ejemplo ha conseguido que yo tenga una segunda “casa” que pueda recorrerme los pasillos y salones, que después de siete años ahí sepa donde está cada cosa, conozca cada sala… y eso es muy importante.
Además de todas las novedades no se ha olvidado de recordarme: que jamás debo traicionarme a mi misma, que tengo que encontrar mis propias virtudes, que debo tranquilizarme y ser paciente en casa, que tengo capacidad para ilusionar a los que me rodean, que lo importante es el presente, que si apuestas por algo y haces lo posible por conseguirlo tarde o temprano saldrán los resultados, que nunca hay que perder la sonrisa ni bajar los brazos por mucho que cueste… tantas cosas que creía olvidadas pero que poco a poco y de distintas maneras ha sabido recordarme.
Por eso hoy aparte de desearle lo mejor para estos 28 añines, tengo tantas cosas que decirle. Como ya le dije una vez, la única vez que le he dado las gracias, me cuesta agradecer algo con palabras a una persona que veo todos los días. Pero sé que él sabe perfectamente que lo intento agradecer con mi presencia, con mi trabajo y con mi disposición.
Aunque cumpla un año más y lleguen los achaques de la edad, sé que nunca dejará de mostrar que tiene un grandísimo corazón. Lo demuestra cada día haciendo cosas que muy poca gente es capaz de hacer. A mí me lo ha demostrado desde que hace un año, el grupo le dio la sorpresa de su anterior cumple.
Me lo ha demostrado porque nunca me ha juzgado a pesar de que ha tenido muchas razones para hacerlo, nunca dudó cuando decidimos ser catequistas, nunca cuestionó nuestra forma de trabajar, nunca desconfió de mis posibilidades, nunca creyó que perdiera la ilusión a pesar de que las cosas no salieran, nunca ha parado de apoyarme, nunca ha dejado de escucharme, nunca ha dejado de darme palabras de ánimo, nunca ha estado ocupado cuando he requerido de su tiempo…
Son todas estas razones y muchas más que como decía no sé como ponerlas en un papel las que hacen que hoy quiera felicitarle dedicándole estas palabras.
Deseo que durante los próximos 365 días tengas 8760 horas para soñar con los ojos abiertos, 525600 minutos para conseguir esos sueños pero sobre todo para disfrutarles y compartirles y 31536000 segundos para vivir la vida con la mayor intensidad posible. Así cuando vayas con la cachabita pueda recordar lo felices que fueron sus 28.