Aquella niña soñadora llamada África no se
desenvolvía demasiado bien en las situaciones nuevas, no es su punto fuerte
precisamente. Pero solía descubrir que esos momentos eran los que más cosas la
enseñaban aunque fueran un poco sufridos.
Temía salir de su círculo y no poder decir
VAMOS EQUIPO cuando necesitara fuerzas y motivación. Pero ello no mermaba su
ilusión… sin embargo, decir VAMOS COMPIS se la hacía duro, había un hueco en su
corazón, y un nudo en su garganta cuando intentaba decir que la echaba de menos
a Vega, sobretodo cuando llevaba aquella cinta colgando.
Sin embargo, la ilusión si que era su punto
fuerte. Solía confiar cada día más en sus posibilidades y sino la ilusión o esa
fuerza extrahumana que siempre la guiaba la ayudaban. Así llegó aquella noche,
con miedo a que las piezas del puzle no encajaran, con miedo a que cada minuto
fuera un poco más desastroso.
Pero como siempre, África confió, no lo tenía
todo claro, pero confió, se apoyó en las miradas de quien siempre conseguían
que confiara. En los corazones y sonrisas de quien hacia que se tirara al
suelo, cantara, bailara, jugara… y tuviera el corazón de una niña pequeña cada
día.
Aunque aquel hueco no lo pueda sustituir
ninguna ficha, cada minuto nuevo, ella ha sacado algo mejor. El vamos compis, es un nuevo grito de guerra,
un buen grito de guerra, un excelente grito de guerra.
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